La idea de la “conquista del espacio” tiene una clara genealogía colonialista y racista, que coloca a un sector de la humanidad por encima de los demás, y se refiere claramente a las previas “conquistas” de América. Por eso, pensar en una inmigración, un proceso de pertenencia al territorio y de intercambio con sus poseedores originales es un paradigma mucho más rico para imaginar una posible vida en Marte.